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Columbario

Durante el Año Jubilar de la Misericordia, la parroquia Santa María Soledad Torres Acosta de Las Tablas (Madrid), quiso hacer un gesto de misericordia que perdurara a lo largo de los años.

Se instalaron 60 nichos-columbarios en la cripta de la parroquia para niños y jóvenes (o personas dependientes desde la juventud), para aquellos que quieran que sus hijos estén en un lugar de oración, acompañados por la mirada de la Virgen que escucha el anuncio de la Encarnación del Hijo de Dios.

Estos columbarios serán siempre gratuitos, con el único compromiso de los padres de rezar en la cripta al menos una vez al año por aquellos niños y jóvenes que estén pasando por situaciones similares a las suyas (enfermedades raras, accidentes de tráfico, drogas, suicidios, etc.).

No está restringido a los miembros de la parroquia, aquellos que no sean de la parroquia deberán traer un documento de su párroco acreditando la pertenencia a la Iglesia Católica de alguno de los padres.

Si desea información sobre los columbarios puede pasarse por el despacho parroquial, en horario de oficina.

Si desea hacer un donativo para su ampliación y mantenimiento puede hacerlo en la cuenta de la Parroquia Santa María Soledad Torres Acosta del Banco Popular:

IBAN: ES37 0075 1390 11 0600092184

Poniendo en el concepto:

«Ayuda Columbarios»

o directamente desde aquí

Si desea hacer un donativo para su ampliación y mantenimiento puede hacerlo en la cuenta de la Parroquia Santa María Soledad Torres Acosta del Banco Popular:

IBAN:
ES37 0075 1390 11 0600092184

Poniendo en el concepto:

«Ayuda Columbarios»

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La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado.

Yo soy yo, vosotros sois vosotros.

Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo

Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho.

No uséis un tono diferente. No toméis un aire solemne y triste.

Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí.

Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra.

La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado.

¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista?

Os espero; No estoy lejos, sólo al otro lado del camino.

¿Veis? Todo está bien.

No lloréis si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudierais oír el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos ¡Si pudierais ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudierais contemplar como yo la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!

Creedme: Cuando la muerte venga a romper vuestras ligaduras como ha roto las que a mí me encadenaban y, cuando un día que Dios ha fijado y conoce, vuestra alma venga a este Cielo en el que os ha precedido la mía, ese día volveréis a ver a aquel que os amaba y que siempre os ama, y encontraréis su corazón con todas sus ternuras purificadas.

Volveréis a verme, pero transfigurado y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando con vosotros por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.

AMÉN

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia

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